Los que me conocen bien saben de mi guerra personal contra el karma, quien no me deja en paz ni una. La última que me ha hecho ha sido con un iPod de segunda generación de 10Gb que compré en ebay bastante baratiro, unos 15€ con envio incluido.
Se trata nada menos que del segundo iPod que diseñó Apple en el 2002 y que a diferencia del modelo anterior usaba una rueda sensitiva (como los touchpad de los portatiles) para navegar por su sistema, además de mayores capacidades de música. Este iPod junto al de primera generación son los únicos que no tienen el famoso ‘dock’ de Apple. Se conectan y sincronizan mediante un puerto firewire 400 de 6 pines situado en la parte superior y protegido en la segunda generación por una tapita de plástico.
El iPod funcionaba perfectamente e incluso venía cargado de música (bastante kani, por cierto). La única pega que se puede decir que tiene es que la batería está literalmente muerta, ni 0,1 Voltios se puede sacar de ahí. Por lo demás, la pantalla retroiluminada funciona bien, la rueda, los botones, el hold, el conector firewire, el disco duro con el sistema operativo y las canciones, etc.
Así que decido abrirlo para sacarle la batería y cambiarsela por otra para tener el iPod totalmente funcional y bueno, como además soy curioso por concocer la ‘forma de hacer las cosas’ tecnologicamente hablando, seguí desmontando y bueno, como se suele decir, la curiosidad mató al gato. Cuando llegué a la pantalla el karma estaba allí, esperandome para jugarmela. Tiré del conector que unía la pantalla con el circuito principal y *crack*, tres pistas se separaron del conector al partirse en dos. Solo por si acaso, probé a montar el iPod de nuevo a ver si funcionaba, pero era demasiado tarde, la pantalla estaba muerta.
Ya me veia en ebay de nuevo, buscando algún iPod para piezas para poder reparar el mio. Pero no, decidí plantarle cara al karma y me puse manos a la obra. Unos centímetros de cable, unas gotitas de estaño y unos pocos watios de calor por aqui y otros por allí y tres horas soldando y conseguí volver a hacer funcionar la pantalla de nuevo.
Con mucho cuidado, paciencia y un cutter rasqué el plástico de las pistas clave en la cinta de datos de la pantalla exponiendolas para estañarlas y soldarle unos cablecillos para restaurar las conexiones de nuevo. Un trabajo de chinos oigan, pero al final he vuelto a tener el iPod funcionando.